El otoño es el mejor momento para plantar ajo de invierno., y todo jardinero quiere obtener de su parcela cabezas grandes y sanas, como las del ajo Parus.
Este popular tubérculo se distingue por su sabor intenso y su aroma intenso y distintivo. Existen aproximadamente 70 variedades diferentes de la planta, que suelen usarse en primeros y segundos platos.
El ajo sigue siendo un agente antibacteriano indispensable en caso de enfermedades infecciosas o para su prevención. Realza el sabor de muchos platos. Se utiliza para conservar y añadir a ensaladas. Los dientes de ajo eliminan las bacterias y reducen el colesterol. Tienen un efecto beneficioso para el corazón.

Descripción de la variedad
El ajo Parus es ideal tanto para huertos pequeños como para complejos agrícolas. Permite obtener una cosecha abundante si se planta en invierno, cuando las variedades de primavera no son aptas para el almacenamiento a largo plazo.
Una de las principales ventajas de Parus es su versatilidad regional. Con condiciones favorables, se puede lograr una cosecha satisfactoria de ajo en prácticamente cualquier región de la CEI.
Durante la temporada de crecimiento, la planta forma un pedúnculo floral de hasta 124 cm de largo, que luego produce pequeños bulbillos con semillas. La parte aérea de la planta y sus hojas son de un verde intenso, con una capa cerosa tenue y casi imperceptible, y miden entre 36 y 56 cm de largo y hasta 2 cm de ancho. El número de hojas varía y puede llegar a 10 por planta.

Esta hortaliza de raíz alcanza la madurez en promedio tras 95-105 días de vegetación, lo que la convierte en una variedad de temporada media. El cultivo de invierno produce bulbos grandes, redondos y planos con ápice cónico. Cada bulbo contiene de 8 a 10 dientes marrones, muy compactos y de textura firme, cubiertos en la parte superior con escamas de color blanco sucio con un tinte púrpura o pequeñas venas.
El peso de un bulbo oscila entre 30 y 50 g. Sin pelar, este tubérculo se distingue por su excelente resistencia a las bajas temperaturas y su larga vida útil, además de conservar un sabor intenso y un aroma persistente.
La descripción de la variedad y sus numerosas reseñas positivas atrajeron a muchos jardineros. Como resultado, muchos comenzaron a plantar este ajo en particular.
Productividad
El rendimiento del ajo influye significativamente en sus características, dependiendo no solo de las prácticas de cultivo adecuadas, sino también de la variedad del cultivo. La variedad Parus produce una abundante cosecha de ajo, ya que prospera en diversos climas.

Se puede aumentar la producción plantando tubérculos en zonas previamente fertilizadas con suficiente fertilizante orgánico. El ajo de invierno no debe cultivarse en zonas bajas con suelos húmedos. El terreno debe estar libre de baches y superficies irregulares.
El ajo se suele clasificar después de la cosecha. Los dientes más grandes se reservan para la siembra, mientras que los más pequeños se utilizan para cocinar. Solo se deben utilizar dientes de un solo diente, de al menos 1-1,5 cm de tamaño. Los dientes de ajo de invierno deben estar libres de abolladuras, podredumbre o grietas. Para prolongar la vida útil del ajo, se recomienda no pelar la piel exterior del material de siembra, dejando la piel marrón en los dientes.
Se cosecha un promedio de 960 g de ajo por metro cuadrado. En las regiones del sur con buen riego, la producción se duplica.
Resistencia a las enfermedades y a la rusticidad
El parus tiene una larga vida útil y rara vez es susceptible a enfermedades. Existe riesgo de infección por mildiu velloso, nematodo del tallo, podredumbre bacteriana y mosca de la cebolla.

Para controlar plagas y enfermedades, es necesario usar productos químicos que pueden acumularse en los bulbos y ser ingeridos por los humanos. Para evitarlo, es importante tomar medidas preventivas. Se recomienda seleccionar únicamente material de siembra sano, desinfectarlo previamente y rotar los cultivos, cultivando ajo en la misma parcela como mínimo cada 4 o 5 años.
Reglas de cultivo y cuidado
Las técnicas de cultivo del Parus no difieren de las de otras variedades de ajo. Antes de plantar, se excava el lecho y se fertiliza con estiércol de gallina. El repollo, el calabacín o el pepino son buenos precursores para este cultivo.
A la hora de plantar, dejar unos 10 cm entre los agujeros, y colocar los bancales a una distancia de 25 cm.
Para evitar que los bulbos se echen a perder o se pudran, añada arena o ceniza de madera a los agujeros. Antes de plantar, se clasifican los dientes: se descartan los enfermos y los sanos se sumergen en una solución de permanganato de potasio o sulfato de cobre durante unos 30 minutos. El material tratado se entierra en la tierra a una profundidad de 5 cm.
Si se planta Parus en octubre, es recomendable aislar los bancales con heno, paja, hojas secas o hierba. Esto ayuda a proteger los bulbos de las heladas severas.

Para asegurar que cada bulbo pese más de 40 gramos y rinda entre 16 y 18 kg por cada 100 metros cuadrados, no olvide fertilizar con estiércol de vaca o gallinaza. Es necesario aflojar la tierra periódicamente. El fertilizante se aplica dos veces: una a principios de la primavera y otra cuando los tubérculos empiezan a cuajar. También se recomienda humedecer la tierra y desherbar los parterres en primavera.
Los bulbos se conservan bien en redes y cajas de madera. Para prolongar su vida útil, se envasan por kilogramo y se colocan en una capa fina en un lugar fresco y seco.











